Por Alejandro Castillo
Los
tintes de acciones heroicas donde el sentimiento de cambiar una historia y una
realidad reviven con una fuerza que nadie se hubiera imaginado en algún momento
de lo que va de este siglo, la victoria de la oposición venezolana en las
parlamentarias del pasado 6 de diciembre marcan, sin lugar a dudas el cambio de
la tendencia en cuanto al sentimiento y afinidad política del país.
Una
victoria que desde hace unos meses se veía venir, y no es por ser partidario de
uno u otro partido, pero en estos momentos es donde el venezolano debe recordar
y evitar cometer los mismos errores del pasado cuando por una victoria nos
ahogábamos en ese mar de triunfalismo y a la siguiente oportunidad volvíamos a
tropezar con la misma piedra; una piedra que llego a sentir hasta aburrimiento
cada vez que se veía las caras frente a frente con ese pie al que siempre
lograba tirar y mantener en el suelo.
El
triunfalismo es un arma de doble filo a la que hay que tratar con extrema precaución,
ese resultado de 99 a 46 dictado en la madrugada de este 7 de diciembre son
solo los números fríos, pero ¿Qué ocurre con esos 16 a 19 diputados que aún no
se definen?, ¿Puede la oposición venezolana exigir ese número de 113 que se
viene hablando en las redes sociales? Son solo algunas de las preguntas que se
hace un pueblo que demostró que está cansado de vivir en una realidad tan
compleja que tiene tintes de un largometraje dramático.
Una
mayoría simple o una mayoría calificada es lo que se juega la oposición
venezolana en estos momentos. Sin embargo, es prudente pensar con la cabeza
fría y asumir que esa tan celebrada victoria de la oposición política no fue
por un despliegue de fuerzas descomunal ni por un llamado y atracción de las
masas como tal. El triunfalismo puede cegar a Venezuela y no dejar ver que esa
victoria fue más por descontento que por aprecio o apoyo.
El
famoso voto castigo es lo que considero fue el detonante para ese hecho
histórico que hoy se celebra, un voto castigo de aquellos que se sienten
defraudados y desilusionados al ver el camino tan diferente que tomó una idea
que ellos acogieron durante más de una década, se ganó por lo que uno dejo de
hacer más por lo que el otro pudo hacer y aunque suene redundante, la oposición
ganó simple y sencillamente porque el gobierno perdió.